Entre los [tantos] locales de informática de Galería Jardín, están los [justos y necesarios] Sex shops. Mirando vidrieras, encontré un aparatito muy particular:
era un "pitocho" plateado del largo de un dedo índice y el ancho de 4 dedos, recubierto por una mariposa rosa de goma/latex/gelatina [no entré a averiguar de qué era en realidad], muy simpático a la vista, con un cable y un pulsador.
Debo admitir que es al día de hoy que sigo pensando en el bendito aparato, aunque me convenzo a mi misma que antes de probar con maquinería pesada, debería tener sexo con alguien de carne y hueso, y recién ahí dedicarme a la exploración. Aunque también se dice que para poder gozar con la pareja [circunstancial o no], una tiene que conocer su cuerpo. Y qué mejor manera que hacerlo con una pequeña ayuda a pilas?
sábado, 2 de febrero de 2008
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